Amor Amarillo

Buick renueva a la SUV mediana de la casa con una diferente transmisión, algunos detalles estéticos y otras mejoras orientadas principalmente al confort. Viajamos del blanco al amarillo, de Mérida a Izamal, para conocerla.

- Javier Garcia Galvan

Con apenas un par de años en el mercado, uno podría pensar que este facelift llega pronto. Sin embargo, la competencia es muy reñida y, sin ir tan lejos, ésta se da incluso en familia con sus parientes Chevro­ let Equinox, en menor medida, pero sí de manera importante con la GMC Terrain. No lo debían dejar para después.

La renovación es discreta, pero se aplica en algunos terrenos necesarios para man­ tenerse al día. El exterior no cambia mucho. Al frente, la parrilla es atravesada por una moldura que enmarca al emblema de los es­ cudos –ahora en color–como si fueran alas. Los faros recibieron rediseño, no en forma, pero sí en su contenido, donde destacan unas modernas “cejas” LED diurnas. Las luces de niebla cuentan con un envolvente renovado, cuyas formas embonan tanto con la toma de aire inferior como con esos nuevos relieves verticales, que fluyen desde la fascia frontal hasta cerca de los faros.