Antes Del Estrellato, Una Vida De Batallas

Desde niña, la Leona Dormida tuvo que lidiar con sinsabores, tristezas y desilusiones que fueron forjando su carácter e independencia. Ésta es la historia de Lupita, antes de la D’Alessio.

El 10 de marzo de 1954, el cielo de Tijuana, Baja California, vio nacer a Guadalupe Contreras Ramos, quien más tarde se convertiría en Lupita D’Alessio. El inicio de la historia de la intérprete no fue color de rosa...

Su padre, Alfonso Contreras, escritor, locutor y fundador de la XEW, advirtió en su hija un talento nato para el canto, pues así como su esposa Eulalia Ramos, la niña nació con el paladar hendido, una particularidad de las cantantes, según decía Alfonso.

Ambos se aferraron a que aquella niña se dedicara a la música, arrebatándole sus sueños infantiles de convertirse en bailarina de ballet y competir en los Juegos Panamericanos en la disciplina de natación.

PADRES AMOROSOS

Sin embargo, la manera en la que la cantante tiene presentes a sus padres es con gran cariño, a pesar de los varios momentos duros que vivieron. A su papá siempre lo recuerda como un hombre trabajador, estricto, amoroso espléndido, con principios claros y responsable en su casa. A su madre, como una dama bella, hogareña, pulcra, hacendosa, cariñosa y justa, que la enseñó a realizar las labores del hogar.

Lupita fue la mayor de tres hermanos y la única mujer. Mantenía una buena relación con su madre, doña Eulalia, quien por su dedicación a la ópera fomentó la sensibilidad artística en la pequeña. En ocasiones le enseñaba a cantar, vocalizar y desarrollar un oído musical.

En cuanto a su pasión por el ballet, Lupita recibió en 1963 una beca para estudiar en una importante academia de Nueva York, oportunidad que rechazó por decisión de su padre, quien quería que se convirtiera en cantante.