Las paramédicas, los rescatistas, las que cocinaron toda la noche, los mecánicos, las que viajaron desde Ecatepec para ayudar en lo que fuera, los albañiles que acudieron con martillo en mano, las que ofrecieron terapia psicológica, los binomios caninos, los que removieron piedra por piedra, las que consiguieron víveres y los trasladaron de un lugar a otro, los que reaccionaron primero y las que se fueron hasta el final. Gracias a ellas y a ellos esta ciudad no se quebró. Estos son testimonios que recogimos el día del sismo y en los días posteriores.
TESTIMONIOS RECABADOS POR DIANA DELGADO, JESÚS PACHECO, DULCE AHUMADA, CATERINA MORBIATO, CARLOS ACUÑA, MARIANA LIMÓN Y XANATH LASTIRI.
Xóchitl Clemente, paramédica. Citlaltépetl 25, colonia Hipódromo Condesa
También soy de la Universidad Estatal del Valle de Ecatepec. Hemos atendido de todo: desde lesiones en tobillo —esto es lo más frecuente—, hasta personas hipertensas que se les baja la presión porque no han tomado su medicamento. También a gente que está aquí albergada, en Citlaltépetl 25. Y a quienes han cargado cosas y se han lastimado. El primer día fue el más impresionante. Me tocó ir a apoyar al colegio Enrique Rébsamen, en Tlalpan. Vi cómo sacaron a una maestra a la que le había caído un pedazo de losa. Vi cómo sacaban a los niños. Fue muy impactante ver a los padres tener que reconocer los cuerpos de sus hijos. El más grande tenía 13 años... el más chico, cinco. En esa zona revisamos cualquier tipo de heridas. Inyectábamos, suturábamos, cosíamos, lavábamos. Nos tocó hacer de todo, y si no sabíamos, lo aprendíamos en el momento».
Álvaro “N”, vecino. Chimalpopoca y Bolívar, colonia Obrera
Desde el martes me tocó ayudar con el flujo vehicular. Vimos cómo se desplomó el edificio. Yo sólo avisé a los camiones y camionetas a dónde debían llevar la comida, los medicamentos, según la necesidad de los sitios afectados. Aquí estaré hasta que las fuerzas me lo permitan. Aquí estaremos, sí. Porque el rescate no terminará pronto».
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