Bajo el techo de Dior

En el número 30 de la parisina avenida Montaigne, el creador de la chaqueta bar' estableció su casa y su taller. Setenta y cinco años después, el edificio Dior aloja, sobre la tienda de la firma más grande del mundo, una suite.

- Por Charo Lagares

Christian Dior encontró su hogar en el suelo de París. La empolvaba la suciedad y parecía oxidada, pero la señal estaba en su mano. Era inexcusable. Podía tocarla. Una estrella de metal, desprendida de algún carruaje parisino, había ido a parar frente al número 30 de la avenida Montaigne. Fue él quien reparó en ella. Antes de verla, su forma ya habitaba su memoria. En la casa familiar de Granville, donde se crio el modisto, una rosa de los vientos decoraba el jardín de flores. El puente se había tendido de una punta a otra. En aquella esquina de la capital de Francia, el creador del New Look acababa de encontrar su casa.

El edificio se convirtió en Maison. La escalera de piedra blanca por la que desfilaban sus diseños vertebró el taller, la tienda de accesorios, el despacho, la zona de descanso. Desde el balcón, el couturier saludaba a quienes se agolpaban en su puerta deseosos de entrever un retal de la historia de la moda.