Miguel Milló

Cada una de sus obras implica una variedad de medios y materiales tan amplia como su imaginación. Para este artista sonorense, ocupado en hablar de la belleza y de la equidad, “todos somos iguales cuando estamos cubiertos de barro”.

"Cuando el arte llegó a mi vida, me transformó. Es, ahora, la base de todo lo que vivo”, dice el artista Miguel Milló desde su estudio de la Ciudad de México, un espacio que parece a la vez una galería y un santuario y que es, además de su lugar de trabajo, su hogar. Mientras ofrece esta entrevista a Bazaar ART para hablar de su trayectoria y de la pieza que creó ex profeso para la portada de esta edición, Milló camina entre los pasillos de su estudio como reencontrándose con cada una de sus obras. Y de pronto suelta un suspiro: “Esto [el arte] te quita mucho de ti, expones el alma”, dice. “Todo esto es algo mío que he tenido que sacar y ofrecer; incluso cuando en ocasiones no quisiera ‘darlo’ sé que al mismo tiempo necesito liberarlo. Hay obras que hago y que me tardo mucho en mostrar”. Explorarse por medio de la expresión artística, platica, le ha dado seguridad en sí mismo, una fortaleza inimaginable para él en otros tiempos. “Me ha cambiado desde lo más simple, como aceptar mi físico y mi tono de voz, hasta abrazar las proyecciones que hago de mi intimidad en cada obra. Todos deberíamos abrazar nuestras imperfecciones”. Tal vez por eso una de sus mayores obsesiones sean la naturaleza y la igualdad, temas sobre los que reflexiona constantemente.

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