¿De verdad es más sano vivir en el campo?

Es el sueño de muchos urbanitas. Las zonas rurales se asocian a una mejor calidad de vida. ¿Enferman más o peor quienes viven entre edificios y asfalto?

- ABIGAIL CAMPOS DÍEZ

Si vives en una gran ciudad, es posible que hayas pasado por ese momento de “lo dejo todo y me voy a vivir a un pueblo perdido”. Vamos siempre con la hora pegada porque a los días les faltan horas, a las semanas les faltan días, comemos (cualquier cosa) en diez minutos o delante del ordenador; si nos surge un contratiempo nos cuesta horrores conseguir alguien que nos ayude porque la familia vive lejos; respiramos humos, el ruido nos despierta por la noche y nos levantamos cansadas. Lo dicho: “En el campo seguro que no pasan estas cosas”. Ese es el día a día de los urbanitas, las prisas y la falta de calidad de vida se asume con normalidad. La pregunta es: ¿cómo pasa factura a la salud? ¿Enferman más o padecen patologías diferentes que los vecinos de las zonas rurales? La respuesta es sí, pero todo tiene sus pros y sus contras.

Lo que dicen los datos

Vivir en un pueblo supone un menor riesgo de morir de cáncer, menos casos de hipertensión y de dolencias psiquiátricas. Así lo constató la investigación “La salud de nuestros pueblos”, realizada en 147 localidades españolas de menos de 10.000 habitantes por la Sociedad Española de Medicina General (SEMG) y el Instituto de Salud Carlos III.