Ya lo pasado, pasado

¿Qué nos da el pasado que n o somos capaces de dejarlo atrás? La certez a de lo conocido, las emociones que nos recuerda, la fuerza em ocional que nos proporciona. Hay qu e entender por quénos aferr amos, para así pod er usarlo para con struir y dejar de atorar nos en él. Ahí te va cómo usar tu pasad o como trampolín.

Hay veces que sientes que una sombra te sigue a donde quiera que vas o que antes todo era más padre. Sigues rodeado de la misma gente (tóxica o no) porque son bien divertidos o son los de toda la vida, o no puedes dejar de pensar en las pésimas decisiones que tomaste hace 20 años, lo que te hizo tu primer ex o el trabajo que te chupó el alma. Todo eso que te pasó en algún momento debe estar solamente en un lugar: el pasado.

Esa angustia de querer arreglar algo que ya no tiene solución te puede carcomer el alma, igual que aferrarte a lo mismo de siempre te puede estancar. Aunque es válido reflexionar de vez en cuando, si todo el tiempo estás pensando en qué hubieras hecho y qué bonito era, tu atención nunca va a estar en el presente y el futuro.

Todos somos la suma de lo que hemos pasado, y para mirar hacia adelante tenemos que aprender de lo que pasó y dejar ir lo que ya no es nuestro. Si no, llega un momento en que, por estar volteando atrás, te estampas contra un poste.

Lo más importante para avanzar es revisar quiénes somos, cuestionar por qué estamos donde estamos y acercarnos a nuestras heridas de forma distinta: piensa en sanar, no en amputar. Tienes que aprender a compartimentar, poner cada evento donde tiene que estar; no se trata de fingir que no sucedió, que no fue tan malo o idealizar, sino usarlo para construir un futuro mejor.

TRÉPATE AL TRAMPOLÍN… O NO