NORMAN ROCKWELL CREÓ algunas de las imágenes más icónicas de Estados Unidos del siglo XX. Sus cuadros, como la serie de Las cuatro libertades de la Segunda Guerra Mundial y El problema con el que todos vivimos, del movimiento por los derechos civiles, pretendían evocar los mejores sentimientos en las personas que los veían: esperanza, solidaridad, valor, justicia. Gran parte de su obra también inspiraba felicidad con las imágenes de alegría despreocupada que plasmaba.
A pesar de esto, el mismo Rockwell luchaba para ser feliz. En 1953, se trasladó a un pequeño pueblo bucólico, no por su belleza natural y pacífico entorno, sino porque albergaba un hospital psiquiátrico donde él y su mujer podían recibir tratamiento para su depresión crónica. Allí fue paciente de un famoso psicoanalista.
Puede parecer irónico que un hombre que luchó tanto para ser feliz sea conocido por pintar imágenes de alegría. Pero no es raro. Las investigaciones demuestran que, a pesar de no ser feliz, se puede alegrar a los demás, y es una manera eficaz de mejorar el propio bienestar.
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