El hielo

Sus principales características —frío, dureza y transparencia— han dado lugar a increíbles creaciones: desde inventos gastronómicos hasta escalofriantes edificaciones glaciares.

- Ana Sofía Ramírez Heatley

Si hacemos un breve recuento de la información básica que todos tenemos acerca del agua, po- dríamos decir, en primer lugar, que es el elemento que hace posible la vida en la Tierra: como solven- te universal, permite el transporte de los nutrientes en los seres vivos además de ser un vehículo de excreción de desechos. No obstante, el agua tiene otras caras o, en términos mercadológicos, viene en distin- tas presentaciones, algunas que incluso dificultan la misma existencia de los seres vivos: en los polos distantes de la Tierra y en las altas montañas hay agua congela- da por debajo de los 0 °C, condiciones a las que pocas formas de vida resisten, por lo tanto el hielo podría parecer así una forma menos ‘amable’ de este elemento dador de vida. Por ejemplo, en la poesía al hielo se le suele asociar con conceptos como la muerte, indiferencia, lejanía e incluso cas- tidad, imágenes contrarias a las de abun- dancia. A pesar de esto, el ser humano ha encontrado mediante su ingenio múlti- ples maneras de aprovechar este mate- rial, como es la construcción de viviendas, conservación de alimentos y hasta la cura de enfermedades. Así que, contrario a lo que aparenta en una primera instancia, el hielo ha sido promotor de la abundancia en la historia de la humanidad.

Hielo todo el año