La institutriz y el pacto

Asediada por los embates de una dura realidad, la joven Maria tuvo que esperar varios años para lograr partir hacia París, donde al fin podría desarrollar todo su potencial.

- Marta Corbal

En 1891, la joven Maria Sklodowska estaba a sólo un paso de transformarse en Madame Curie. La entusiasta polaca de 24 años había logrado llegar a la Universidad de la Sorbona de París para convertirse en una de las científicas más veneradas y reconocidas de toda la historia. Sin embargo, la travesía que debió recorrer hasta matricularse en la Facultad de Física y ser la primera de su generación fue inmensamente ardua. Casi una década fue necesaria para que una de las mentes más brillantes del siglo pasado tuviera la oportunidad de mostrar su talento y así cumplir con la meta que se había propuesto desde los inicios de su bastante madura adolescencia.

Desde la edad de 15 años, Maria había soñado con dedicarse a la ciencia y cambiar el injusto mundo que la rodeaba. Hija menor de una familia de cinco hermanos, había aprendido a luchar y a trabajar de manera incansable. Toda su infancia había transcurrido en una Varsovia ocupada por la Rusia imperial. En aquellos momentos Polonia no era una nación con derechos, sino un tríptico de tres fuerzas que luchaban por dominar el tablero de vasto territorio. Por parte, Austria y Prusia reclamaban su soberanía sobre el país. Por otro lado, el régimen zarista ruso ejercía un poder despótico sobre la población polaca y extendía su dominio por diversas ciudades.