La hazaña de una foto imposible

Ocho telescopios instalados en lugares estratégicos de la Tierra en abril de 2017 permitieron tomar la primera foto de un agujero negro. El protagonista de este hito dado a conocer dos años después, ubicado en el centro de Messier 87 –galaxia masiva que forma parte del cúmulo de Virgo–, hoy se conoce en todo el mundo. Los radiotelescopios generaron, en conjunto, la serie de datos en ondas de radio que fueron traducidos en la ahora famosa imagen. El proyecto, llamado Telescopio del Horizonte de Eventos (EHT), requirió de la participación de unos 200 expertos; entre ellos, la mexicana Sandra Bustamante.

A los nueve años, Sandra Bustamante asistió a un campamento. Las actividades incluían observar las estrellas por la noche y aprender a ubicarse con ayuda de las constelaciones. Un dato le detonó su pasión por el espacio: entender que, como estos luceros están tan, pero tan lejos, la luz que irradian tarda mucho en llegar a nosotros; por ello, lo que vemos en el cielo es, en realidad, el pasado. “Me explotó la cabeza”, recuerda.

A partir de ese momento, Sandra no dejó de alimentar su hambre de conocimiento sobre el espacio. Empezó a asistir a pláticas del Departamento de Astronomía de la Universidad de Sonora, estado en el que creció. Tenía diez u 11 años, asegura. Los sábados, su agenda estaba llena: scouts por la mañana y espacio por la tarde, sin importarle si el resto de los asistentes a estas cátedras eran únicamente adultos.

Más adelante, cuando llegó el momento de decidir qué estudiar, la respuesta era clara: astronomía. Pero la carrera no existía en México. Sandra se acercó a una profesora, para pedirle ayuda. La maestra le preguntó cuál era su objetivo, y ella contestó: crear un rover o desarrollar satélites. Sandra decidió estudiar ingeniería en mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey, Campus Sonora Norte.