La CDMX y su zona conurbada cuenta con sus propios templos de culto hacia las culturas periféricas. Desde el extraño museo de the ramones en ecatepec, el bar temático de kiss bajo la tierra y el departamento donde william burroughs asesinó a su esposa.
TIANGUIS CULTURAL DEL CHOPO
En septiembre de 1993, Sinéad O’Connor visitó el Chopo invitada por Pacho Paredes, entonces baterista de Maldita Vecindad. Cuentan las crónicas que un fan la detuvo para solicitarle un autógrafo en un disco. Se trataba de una grabación pirata del concierto homenaje a Bob Dylan en el que la cantante irlandesa había participado un año antes. En que el fue abucheada porque había roto una fotografía del Papa Juan Pablo II durante su actuación en el programa Saturday Night Live. Impresionada, O’Connor le confesó a Pacho que había buscado esa grabación por todo el mundo y nunca pensó que la encontraría en un mercado callejero de la Ciudad de México. Al final, en vez de firmarle la copia al muchacho, se la acabó comprando.
Historias así alberga el Chopo en sus casi 40 años de existencia. Prácticamente ha visto nacer, crecer, reproducirse y morir a la mayoría de las culturas periféricas. En sus diferentes locaciones, siendo la más reciente y longeva en plena colonia Guerrero, por sus pasillos y 200 puestos, han desfilado los viejos morrales jipitecas, las altísimas crestas del punk, la tristeza del delineado de ojos goth, las camisas cuadriculadas del grunge y últimamente, los anteojos de pasta hipsters.
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