Arquitectos que nos dieron ciudad

Desde pequeño, cuando caminaba por las calles de la Ciudad de México, perdía la mirada en las construcciones que coronaban el paisaje citadino mientras escuchaba las historias que mi tío Emilio me contaba acerca de cada edificio. Esa admiración me sigue acompañando.

- Por Pepe Treviño

La aventura imaginaria cobraba vida a cada paso. Mi primera experiencia fue en el Zócalo capitalino, donde conocí tres edicaciones que atestiguaron tres épocas distintas, en las que tres poderes han gobernado nuestro país: el Imperio Azteca con el Templo Mayor, la Catedral Metropolitana, que empoderaba al Virreinato, y el Palacio Nacional, que marcó la etapa de la Independencia en México. Sin duda, un gran ejercicio mental que logré experimentar a través de la arquitectura mexicana. Pero todo esto no hubiera sido posible sin haber reconocido que, durante la dictadura de Porfirio Díaz, hubo una gran actividad constructiva en México, basada en copiar modelos académicos europeos de los cuales la Belle Epoque francesa fue la más imitada. Díaz había favorecido la historia ecléctica como medio de expresión del progreso que se desarrollaba en nuestro país, pero a partir del régimen presidencial de Venustiano Carranza se comenzó a desenvolver un nuevo estilo que sustituiría al eclecticismo porriano: el nacionalismo, un movimiento que buscaba acabar con la imitación de modelos extranjeros y recuperar la esencia plástica mexicana para crear una arquitectura propia.