ECHARSE AL MONTE

De huidos a guerrilleros, de salvar la vida a tratar de reconquistar España. Así fue la evolución de la resistencia armada contra el franquismo.

- CARLOS JORIC

La formación de la guerrilla antifranquista se inició el mismo día en que se produjo el golpe de Estado y comenzó la Guerra Civil. Fueron los conocidos como "huidos", "fugados", "emboscados", "los del monte"... Militantes o simpatizantes de formaciones de izquierda que huyeron de sus casas por miedo a las represalias del bando sublevado. En un principio, les movía un elemental instinto de supervivencia, escapar como fuera de una muerte casi segura. No tenían más pretensiones que permanecer ocultos y defenderse juntos, apoyados por familiares y amigos, a la espera del desenlace del conflicto.

Quienes tuvieron la oportunidad de llegar a territorio republicano se unieron al Ejército Popular. Los pocos que lograron cruzar clandestinamente la frontera hacia Portugal esperaron acontecimientos con la mirada puesta en un posible exilio a América. Y los que no habían tenido una implicación directa en la defensa de la República acabaron entregándose ante las promesas de perdón de las autoridades, la presión a la que estaban sometidos sus familiares y el alargamiento del conflicto. El resto permaneció en los montes, en las montañas de las zonas controladas por los sublevados: Galicia, León y Andalucía occidental, principalmente.

A medida que avanzaba la guerra y caían los diversos frentes, se fue incrementando el número de grupos de huidos y la variedad de su procedencia: prófugos y desertores del ejército franquista, prisioneros y presos políticos fugados de cárceles y campos de concentración, excarcelados que temían volver a sus pueblos por el rechazo de sus vecinos adeptos al nuevo régimen, delincuentes comunes que huían de la justicia y los propios colaboradores de los huidos, los enlaces del "llano", cuando eran descubiertos.