SIN ETIQUETAS

Las líneas de género se difuminan-y hasta se eliminan- cuando se trata de elevar el estilo con piezas andróginas. Los armarios antes divididos entre el suyo y el mío, ahora se conjugan en uno solo. Con la fotografía de DAN MARTENSEN, la realización de KATE PHELAN y las palabras de PAOLA CHEDRAUI.

- KATE PHELAN

MIRADA SARTORIAL La modelo Liu Wen luce abrigo y pantalón, ambos de PROENZA SCHOULER; playera de JOHN SMEDLEY; sapatos de DIOR. En página opuesta: chaqueta, camisa, pantalón y zapatos, todo de THE ROW; bolso de PRADA.

EVOLUCIÓN Wen lleva abrigo, chaqueta, pantalón y bolso, todo de HERMÈS; camisa de BOSS; zapatos de LOEWE & ON.

En página opuesta: chaqueta, camisa, jeans, bolso y sandalias, todo de LOEWE.

La metamorfosis de una simple prenda masculina en una declaración de moda femenina responde a códigos estéticos y se convierte en una narrativa visual de afecto y conexión.

Boyfriendshoodie, leía el hashtag debajo de un video viral de TikTok, haciendo referencia a la práctica común de volver la sudadera nueva de nuestros novios en algo de ambos, pasando la propiedad del objeto de “suya” a “nuestra” (o “mía”, en la mayoría de los casos). Pero esta no es la primera vez que algo del clóset masculino se convierte en tendencia femenina, y no me refiero a las piezas andróginas que están conquistando las pasarelas, sino a aquellos artículos ideados para hombre e, incluso, adquiridos por los mismos, que las mujeres pedimos prestados y utilizamos, ya sea por estética o por relevancia sentimental. Tal como la hoodie que se vuelve, tanto por su fit oversize como por el simple hecho de pertenecer a nuestra pareja sentimental, en un consentido de nuestro armario.