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Emprender con una franquicia tiene sus propias reglas. Y aunque se recomienda innovar, en este modelo debes obedecer la pauta marcada para tropezar lo menos posible.

- Carlos Tomasini

Juan León no cumple con la típica historia del emprendedor que dejó su empleo de oficina para arrancar su propio negocio. Lleva 20 años trabajando, pero no es un “godín”. Desde hace un par de años combina su puesto ejecutivo en una empresa con la administración de tres franquicias de Tintorerías Max, en Ciudad de México.

Decidió emprender porque reconoció que a suedad era tiempo de cuidar y prever una mejor situación a futuro. “Siempre me ha gustado hacer cosas diferentes, estar un paso adelante”, comenta el egresado de contaduría del Tecnológico de Monterrey, donde le inculcaron la cultura de emprender. “Ya tengo 40 años, y esta época de vida me hizo ver que necesitaba un plan B.”

Lo primero que tuvo que superar fue un mal común en los emprendedores: el temor. Juan confiesa que antes de iniciar con el primero de sus locales sintió cierto miedo por invertir su dinero, pero junto con su esposa y sus hijos analizaron las opciones que existían y les gustó el modelo de esta tintorería porque era el de una empresa mexicana con varias décadas de presencia en el mercado. “Son tintoreros de toda la vida y eso nos dio la confianza de poner ahí nuestro patrimonio”, dice.

Para Juan, emprender es un ejemplo saludable para sus hijos, pues sabe que este esfuerzo le ayudará a que ellos tengan la misma visión cuando sean más grandes. “Tus familiares se convierten en tus socios; por eso también debes aprender a manejarlo con ellos y a ser muy claro en definir quién es encargado de qué en el negocio”, apunta.