Hoy, los adolescentes queer no tienen idea de lo bien que lo tienen, con sus cuentas de Instagram, atuendos lésbicos, lúgubres películas homofóbicas y su JoJo Siwa. En mis tiempos (2003), encontrar algo gay que te pusiera caliente era como navegar por el sendero de Oregón. Tenías que correr a tu casa desde la escuela y sentarte frente a la televisión durante horas esperando que el video “Me Against the Music” saliera en MTV, solo para que pudieras tener un poco de gay; y esa sería tu única oportunidad en todo el día. No había Netflix en tu laptop y en tu habitación, ni se podía guardar fotos de Cara Delevingne y Selena Gomez bañándose juntas ante la cámara; no existía en YouTube una compilación llamada “Todas las escenas de Jamie y Danny en The Haunting of Bly Manor”. Solo un momento queerbait en el día sin ninguna idea de cuándo vendría o la capacidad de planificarlo. Simplemente debías sentarte y aguardar a que Britney y Madonna coquetearan. Oh, ¿tienes que ir al baño? ¿Qué pasa si te lo pierdes? No, estarás bien, solo vete. ¡Lo perdiste! El destello del instante en que Britney inmoviliza a Madonna contra la pared y casi se besan se ha ido. Lo siento, comiste demasiados SunChips, tuviste diarrea ¡y te perdiste el único lesbianismo posible de encontrar hoy! Te perdiste lo gay. Intenta de nuevo mañana.
Diese Geschichte stammt aus der Junio 2022-Ausgabe von Cosmopolitan en Español - México.
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