EL ABC DE LOS SUPERFOODS

Ya han pasado unos años desde que se pusieron de moda, pero sabemos que basta con caminar por el pasillo de superfoods en el supermercado para darte cuenta que aún no sabes mucho sobre ellos. ¿Los necesito? ¿Cuál debo escoger? Y esto, ¿cómo se come? Son algunas de las preguntas que te vienen a la mente. Resulta, para tu tranquilidad, que la teoría es más fácil de lo que crees y empezar a incorporarlos a tu dieta no debe significar un daño al sabor de tus platillos ni a tu cartera. La experta Dominick Richard (@domplantlove), certificada en salud holística, instructora de yoga y Health Coach en el hotel The Cape en Los Cabos, te guía dentro del (no tan complicado) mundo de los superfoods y te enseña los básicos para aprender a usarlos a tu favor. Prepara un té y sigue leyendo.

- DANIELA SERVÍN

EMPECEMOS SENCILLO… ¿QUÉ ES UN SUPERFOOD?

“Es un alimento alto en nutrientes, vitaminas y minerales, y muy bajo en elementos tóxicos. Usualmente es de fuente vegetal y no está procesado”, dice Dominick. Esto significa que incluso algunas frutas y verduras son superfoods, sin embargo (y a pesar de ser muy accesibles) la gente suele descartarlas de esta categoría. Muchos de estos alimentos súper nutritivos, como el té verde, las moras y las hojas verdes también son antioxidantes, es decir que combaten los radicales libres que están en la sangre. Éstos llegan ahí cuando el cuerpo absorbe toxinas que los órganos no pueden eliminar (por ejemplo, al tomar antibióticos) y estos contaminantes se quedan en la sangre. En consecuencia, se da la oxidación de las células, provocando múltiples enfermedades, como el cáncer.

¿POR QUÉ DEBO INCLUIRLOS EN MI ALIMENTACIÓN?

“La función principal de estos alimentos es ayudar al cuerpo a funcionar mejor y a desintoxicarlo de lo que no necesita, pero consumirlos sin eliminar lo que nos está haciendo daño, no tiene mucho caso”, asegura Richard. Esto significa que para aprovechar todos los beneficios de los superfoods, debemos intentar reducir gradualmente el consumo de proteínas animales, lácteos y alimentos procesados, altos en azúcares, ya que si no son producidos de manera orgánica, que la mayoría no lo son, pueden contener dichas toxinas.