El inagotable James Franco

Prolífico actor, director, artista plástico, escritor y lo que se vaya acumulando. Parece que este californiano busca romper algún récord o distraer a todos de suinmensa necesidad de reconocimiento no asumida.Es como si el mundo fuera a desaparecer mañana y no quisiera dejar nada sin decir.

- Manuel Meza

Nadie entiende a James Franco. Tal vez ni él mismo comprende esa compulsión creativa que lo lleva, de papeles tortuosos un día, a unos hilarantemente estúpidos el siguiente. De dirigir una película o un cortometraje, a escribir un libro de poemas o una novela. Para él, el tiempo libre no existe, y eso desconcierta a quienes le rodean, sin embargo, él sigue su camino sin detenerse a explicar o explicarse las razones del porqué su actitud resulta tan sospechosa en un medio como Hollywood.

A pesar de ser ahora un consumado académico, con una carrera en escritura creativa y dos maestrías en literatura y cine, James Edward Franco (Palo Alto, 1978) dejó inconclusa su carrera en la Universidad de Los Ángeles (ucla) para probar suerte como actor cuando aún era un jovencito. Algo que su padres —una escritora de libros infantiles y un brillante matemático— vieron con enfado, incluso cuando el éxito empezó a sonreírle y consiguió papeles en programas de televisión y despertó el interés de directores y productores.

Robert De Niro lo eligió para interpretar a su hijo drogadicto en City by the Sea (Caton-Jones, 2002) después de verlo personificar a James Dean en la película para televisión del mismo nombre, que protagonizó en 2001 bajo las órdenes de Mark Rydell. Su siguiente proyecto fue la exitosa adaptación que Sam Raimi hizo de Spider-Man (2002), en la que después de audicionar para el papel del superhéroe, tuvo que conformarse con el del mejor amigo, pues Tobey Maguire se había quedado con el protagónico, iniciando una competencia que puso tensión en el set de filmación.