Un Diseñador Hecho A Mano

En el Design Museum de Londres se presenta la exhibición Azzedine Alaïa: The Couturier, dedicada al modisto tunecino.

Alaïa, un hombre bajito y nervioso que solía vestir de negro, no tenía un ejér-cito de asistentes cuando elaboraba sus prendas. Le bastaban dos. Tampoco les dejaba la tarea de hacer realidad los diseños dibujados en papel. A él le gustaba involucrarse en todo: desde los bocetos hasta la selección de telas, y el corte y confección.

El momento de las pruebas le apasionaba. El trabajo fino de sus creaciones lo hacía a mano, cubriendo y esculpiendo sobre el cuerpo de sus modelos. Luego, cortaba los patrones con meticulosidad de relojero. “De otro modo”, dijo alguna vez, “no sería couturier, sino un estilista. Porque hay una diferencia entre ambos. Es un trabajo distinto”.

Empezaba sus jornadas a las nueve de la mañana, una hora antes que sus asistentes, que terminaban su horario a las siete de la tarde. Pero él, que casi no pegaba ojo, solía dejar de trabajar hasta las 3 o 4 de la madrugada. “No hago ocho colecciones, pero me involucro en todo, incluso las entregas”, aseguró en una entrevista de 2016, “y en las tiendas me fijo qué funciona y qué no”.