EL ANDRES GARCÍA QUE CONOCÍ

Triste fue mi breve y único encuentro con el actor; desgraciadamente, su última biografía quedó en el tintero

- VÍCTOR HUGO SÁNCHEZ

EN "SU" ACAPULCO El actor vivió y murió en el puerto al que llegó desde hace 60 años.

Conocerlo en persona fue devastador. El consentido de Dios dejaba de serlo… A sus 81 años estaba acabado, muy enfermo... Y no era, ni de lejos, la sombra de lo que fue en sus gloriosos 70 porque, cabe decirse, hasta madurar le vino bien. Andrés García era de esos pocos que, en efecto, Dios elige para darles todo: belleza, abundancia económica, poder, mujeres y una vida plena de todo y a raudales. Pero todo por servir se acaba. Tristemente. Muy triste.

No fuimos amigos. De hecho, apenas el año pasado lo conocí en una comida que organizaron en Acapulco mi colega y amigo Hanzel Zárate y el empresario restaurantero Erik de Santiago, dueño del Kalei; ambos, a su vez, amigos y “cuidadores” de Andrés García quien, a su avanzada edad, cada vez contaba menos con el apoyo de propios y extraños.

ERA AGOSTO 9 DE 2022

Al llegar, Hanzel me dijo: “Espero que no te moleste, vengo con alguien”, mientras señalaba hacia otra mesa. “¡No te pases, qué enfermo se le ve!”, le dije de manera abrupta porque, para mí, fue impactante ver al actor, al productor, al rey, con bastón, avejentado, sentadito ahí, en una mesa lejana, como buscando algo, a alguien, con la mirada escondida en sus lentes oscuros...

“¿Tienes problema de que comamos con él?”, me preguntó Hanzel. “Ninguna, en absoluto; al contrario… ¿podré sumarme a su mesa?, le respondí”.