Cuernos, Sangre & Rock And Roll

EN JUNIO DE 2017, el infierno se manifestó en un rincón de EE UU.

Para ser exactos, en un restaurante. Citados por su colega Patton Oswalt, los actores Ron Perlman y David Harbour [entrevista en pág. siguiente] quedaron para conversar sobre una situación delicada: Perlman había anunciado en febrero que abandonaba la franquicia Hellboy junto a su amigo Guillermo del Toro, mientras que Harbour (Stranger Things) iba a relevarle como el antihéroe de los cómics de Mike Mignola. Con la socarronería del veterano, Perlman comparó la cuchipanda con la cumbre israelí-palestina de Camp David en 2000: “Nunca un encuentro tan épico había dado tan pocos resultados”, bromeó. Y, pese a esto, los fans respiraron tranquilos: el traspaso de la antorcha (o de los cuernos) se había producido sin malos rollos.

Dado lo que se comenta acerca del rodaje de esta nueva Hellboy, la cumbre Perlman-Harbour resultó un remanso de paz en medio de un huracán de fuego y azufre. Algo presagiado por la elección del nuevo director para la saga: no es lo mismo el siempre sensible Del Toro que Neil Marshall, cineasta conocido tanto por sus episodios de Juego de tronos como por sus muy macarras producciones de serie B (The Descent, Doomsday: El día del juicio). Que las evocaciones poéticas iban a ser reemplazadas por efusiones de hemoglobina era evidente. Que los rumores sobre la producción hablaran de un pande monio en el plató (y fuera de él) no era tan esperable. Pero, poco antes de empezar el rodaje, el abandono más o menos voluntario del actor Ed Skrein (¿a qué genio se le ocurrió encomendarle un personaje de origen japonés a un intérprete anglosajón, siendo el whitewashing un tema candente en Hollywood?) fue el primer aviso de que el viaje iba a resultar movido.