Mademoiselle Chanel rompió todas las reglas y no sería tan famosa o admirada de haberlas seguido. “Para ser irremplazable debes ser diferente”, dijo, cosa que cumplió cabalmente hasta su muerte. Sin embargo, su legado sigue dando frutos y en mucho tenemos que agradecerle que la creación y uso de la bisutería pueda transformarnos e inyectarnos poder.
Coco amaba confundir a propios y extraños combinando alta joyería con bisutería. Lo que es más, le fascinó escandalizar a una sociedad que valoraba las perlas más que a los diamantes por la gran dificultad de encontrar dos especímenes que compartieran el mismo tamaño, forma, color y el brillo en su nácar, al usar y ofrecer a su selecta clientela collares, aretes, broches y anillos con perlas falsas. En este placer provocativo en el que los trajes en tejido de punto o tweed se convertían en su sello al accesorizarlos con bisutería de alta gama, Chanel logró troquelar nuestro sentido de la elegancia con una referencia al efecto creado por su buen gusto y menos por la autenticidad de los metales o las piedras que conformaban la joyería.
UN NUEVO LUJO
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