Alejandro Vales + Martha Espejo

Nuestro espacio favorito de la casa es el patio. Fue concebido como un espacio tropical donde todos los elementos que lo componen están diseñados para percibir el sentido del lugar y el ambiente natural del norte de la Península de Yucatán, lugar de donde somos originarios y que amamos profundamente.

Nos gusta mucho estar en espacios exteriores y, por lo tanto, es allí donde podemos disfrutar en familia, así como en reuniones o cenas con amigos. Las plantas seleccionadas para este patio son todas de la región. Se combinaron diferentes tipos de palmáceas como el chiit (Thrinax radiata), varios árboles de uva de playa (Coccoloba uvifera), un maculís rosado (Tabebuia rosea), matas de chunup a manera de seto (Clusia flava), y un chaká (Bursera simaruba). Las uvas de playa han formado una amplia fronda que produce una sombra muy agradable en la terraza, la cual sirve de dosel para abrigar las reuniones que hacemos en la terraza. Los pavimentos que rodean la piscina son de cemento blanco y piedra caliza de la región ligeramente texturizados emulando, al igual que el fondo de la piscina, la arena de la costa. Por otra parte, el césped es de pasto americano y está nivelado para permitir juegos y reuniones de manera funcional.

Los colores empleados en los muros que rodean el patio –ocre y terracota- son de gama terrosa y están inspirados en los colores de las haciendas coloniales yucatecas. Lo anterior refuerza el sentido de pertenencia al lugar por su herencia cultural.

La cambiante luz natural dibuja en el suelo distintos matices de claroscuro filtrándose a través de los doseles verdes. Y de noche, sutiles luminarias dimeables que cuelgan de los árboles sugieren un cielo estrellado bajo el abrigo de los árboles de la terraza.