Gastronomía, arte, música, literatura… y hermosas chicas, conforman un completo itinerario en la perla de occidente.
Cada vez que pongo un pie en Jalisco compruebo su importancia en la industria del turismo. Posicionado como uno de los estados de la República Mexicana con más atractivos turísticos —playas, rutas culturales y religiosas, gastronomía y arte—, Jalisco ofrece el itinerario ideal para satisfacer cualquier estilo de viaje. Si bien sus orígenes, que datan desde el inicio de Mesoamérica, ya son de por sí un atractivo tangible, como se ve en el centro ceremonial Guachimontones, Teuchitlán, lugar que le da sentido al patrimonio de sus bellas haciendas ganaderas, agrícolas y mineras, así como la arquitectura civil y religiosa de sus 124 municipios.
La capital, Guadalajara, es el mejor sitio para conocer a través de pinceladas culturales, el folclore que envuelve al estado, pero sobre todo, para admirar la belleza de su gente. De sus mujeres, específicamente.
Así que los hedonistas consumados, amantes de las féminas, los sabores más singulares y las noches sin tregua, podrían sufrir de una sobredosis cuando visiten la capital tapatía porque en esta ciudad no tendrán sosiego ni podrán llegar al celestial estado de la saciedad. Gafas oscuras, cordura y una conversación directa, cortés y sin rodeos, es lo único que se necesita para sacarle el mayor jugo a la Perla de Occidente y a los cardúmenes de sirenas que hipnotizarán el andar.
Esta historia es de la edición Noviembre 2016 de FORWARD TRAVEL.
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