LA VIDA ESTÁ EN EL CAMPO

Santamera tiene 13 habitantes censados. Albendiego, 33. Ambas localidades, al norte de la provincia de Guadalajara, son parte de lo que se conoce como la España vaciada y, a pesar de la dureza del apodo, en ellas brota la vida. Matilde se mudó a la primera hace un año y siente que, al fin, ha encontrado su sitio. Alberto, Soledad y su hija Julia cambiaron Madrid capital por Albendiego al acabar el confinamiento. Viven de alquiler mientras terminan de construir el que será su nuevo hogar. Nunca se lo plantearon como un cambio radical, pero el mundo rural les ha hecho aclarar sus prioridades. Han encontrado aquí una escala humana que no existe en la urbe.

- Clara Auñón

CON LOS OJOS CERRADOS

Uno de los hermanos y la cuñada de Matilde se toparon con Santamera hace 30 años. Nada más entrar supieron que el pueblo, rodeado de barrancos y naturaleza, le gustaría a Matilde. Una casa a la entrada a la localidad estaba en venta. Organizaron una visita con los propietarios pero se tuvo que cancelar. Matilde no dudó: la comprarían sin verla. El agua corriente aún no había llegado a Santamera y la vivienda requería reformas importantes, pero pronto se convirtió en el lugar de reunión de la familia. Hace algo más de un año, se mudó aquí de forma permanente y abrió una galería de arte y taller de grabado, La Calcografía. Es, junto con la iglesia y el centro social, el único lugar de ocio de Santamera. En la fotografía, posa en la puerta de la ermita, su lugar favorito.

Matilde en la carretera de Santamera. Al fondo, el centro del pueblo, con la iglesia. A la dcha., una de las 'casas raras', bautizada como 'la seta'. Bajo estas líneas, dos fotografías tomadas en La Calcografía donde se ven algunos materiales y maquinaria de grabado.

De aquí solo me voy con los pies por delante. He encontrado mi sitio