MELOSAS E HISTORICAS

Nos fuimos a dar el rol por las dulcerías más antiguas de la Ciudad de México porque, aceptémoslo: 1xs mexicanxs somos dulcerxs de corazón. -PAOLA LOERA

A unque en el territorio que hoy comprende México no existía la caña de azúcar, los pueblos precolombinos ya tenían preparaciones dulces gracias a la miel de abeja mezclada con frutas y semillas, aún presentes en algunos pueblos. Según las crónicas de fray Bernardino de Sahagún, en esa época se disfrutaban en los tianguis mazorcas tostadas, tortillas de masa, granos, pepitas de calabaza y cascos de calabaza cubiertos de miel.

Los españoles trajeron consigo un cargamento de oro blanco proveniente de India: azúcar. En ese entonces se parecía más al piloncillo en grano, pues no existían procesos de refinado, pero cumplía el mismo propósito. Los españoles importaban sus golosinas de la madre patria": turrones, pasta de fruta, colaciones y mazapanes. Para el siglo XVII, en México ya crecían la caña de azúcar, el coco, la fresa, los mangos, el limón, el plátano, la avellana, la almendra, entre otros ingredientes traídos con la conquista, así que comenzaron a cocinarse los primeros dulces de la Nueva España.

Pastelerxs, confiterxs, panaderxs, monjas y mujeres que trabajaban en los conventos elaboraban dulces con influencia árabe, judía, morisca, española y, por supuesto, prehispánica, con los sabores y saberes de aquí.

También había helados hechos de yema, leche y azúcar, conocidos como mantecados (cuenta José Luis Curiel en su libro Virreyes y virreinas golosos de la Nueva España), solo que estaban reservados para una minoría, pues la nieve utilizada provenía de la cima de algunas montañas y prepararlos era costoso.