Aracnofobia en los suburbios de París

El director francés Sébastien Vanicek explora el pavor a las arañas en Vermín: La plaga, que sirve como alegoría de la violencia desatada en las calles de la capital francesa

- Miguel Ángel Romero

Ocho patas peludas, de seis a ocho ojos y una rapidez terrorífica para atrapar a sus víctimas en sus telarañas. Es oír esto y a muchos nos recorre un escalofrío por la espalda. El séptimo arte siempre ha sido consciente de esta fobia irrefrenable a las arañas, explotándola habitualmente en las tramas de sus películas. Una manera de llevar al límite a los personajes y visibilizar las dos corrientes de opinión sobre estos insectos: la de aquellos que no dudan en coger la zapatilla para acribillarlas o huyen despavoridos, y la de aquellos otros que quedan prendados y las adoptan como mascotas.