Cada golpe de raqueta es una declaración de fuerza y resiliencia, un eco de todas las veces que la vida le exigió más. Ser tenista no es sólo una profesión, es una forma de existir, y para Paula Badosa (Nueva York, 1997) cada partido es una oportunidad para demostrar que los sueños están hechos para realizarlos. En sus ojos brilla la determinación de quien ha enfrentado tormentas y ha aprendido a danzar bajo la lluvia de adversidades. Es más que una tenista; es un símbolo de la perseverancia inquebrantable que, torneo a torneo, sigue escribiendo su historia en el lenguaje del triunfo y la superación, aunque haya tenido que aprender a perder para ganar. Conoce el miedo, pero lo mira directa y se enfrenta a él, siempre. Tras una temporada difícil, por una rotura de vértebra con la que tiene que convivir, está volviendo al ritmo que la hizo llegar al número 2 del ranking internacional, está a punto de sacar su línea de pendientes y es amiga de la maison Dior, una firma con la se identifica por su feminidad y cómo coloca a la mujer en el centro.
¿Cómo te encuentras?
La verdad es que me he vuelto a sentir la Paula que quiero ser, la Paula que lucha, con un buen nivel. Creo que me faltan partidos y confianza, y también que el físico me responda. Ahora es un poco empezar de cero, pero estoy con muchas ganas y para mí es un reto. Y, tras Roland Garros, descansando lo que puedo.
¿Qué has aprendido durante este tiempo? ¿Qué has sacado en claro?
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