Mis horas con Juan Gabriel

EN UN ADMIRABLE EJERCICIO DE MEMORIA, EL FAMOSO PERIODISTA EVOCA MOMENTOS DE SU DESEMPEÑO PROFESIONAL QUE PERMITIERON CONOCER MÁS DE CERCA A EL DIVO DE JUÁREZ.

- VICTOR HUGO SANCHEZ

Muchas, infinidad de veces solicité una entrevista con Juan Gabriel. Ya ni recuerdo cuántas. Nunca se me hizo que él me las concediera. Pero la vida del reportero da vueltas y, al final, él fue quien me pidió que lo entrevistará. Un favor, pues. Sí, El Divo de Juárez pidiéndome un favor. He aquí la historia:

MIS HORAS CON JUAN GABRIEL

No fueron muchas, pero tampoco pocas. Las suficientes para decir: Estuve ahí, lo vi, lo conocí un poco más que algunos de mis colegas y contemporáneos.

Nos abrió las puertas de su fiesta

EN 1989, JUAN GABRIEL TENÍA PLEITO CON ROCÍO DÚRCAL, coyuntura que supo aprovechar otra española: Isabel Pantoja. Así, la sevillana puso pies en México. Alberto Aguilera le daría temas y le produciría un disco, motivo suficiente (creyó ella) para presentarse en el Estelaris del Fiesta Americana, y ahí fuimos tras la nota. Al término del show, más como travesura, nos colamos por las escaleras de servicio y llegamos a la suite de la Pantoja. Tocamos la puerta y fue el divo quien abrió:

-¿Qué se les ofrece?

-Señor, queremos una entrevista con usted.

-Pásenle.

Sin más, entramos a esa fiesta privada y nosotros felices con la esperanza de entrevistarlo. Eran las dos de la mañana de un jueves. Entre whiskys y platos de carnes frías, Juan Gabriel bromeaba con los invitados: la Pantoja, Sonia Infante, Leticia Perdigón (aún esplendorosa), el peluquero Marcos de Joss y dos o tres personas más. La Infante preguntó que qué hacíamos ahí y él le dijo: Son mis invitados.

Un hombre agradecido con la prensa