Madame Tibet, la viajera incansable

Orientalista, tibetóloga, cantante de ópera, periodista, feminista, anarquista, exploradora, budista, novelista y francmasona: todo eso y más fue la fascinante Alexandra David-Néel.

- RAQUEL HARO PERIODISTA

Alexandra David-Néel en 1931, a los 63 años, ataviada con ropajes tibetanos.

En 1973 fueron esparcidas en el Ganges, en la India, las cenizas de una mujer extraordinaria: Alexandra David-Néel. Esta exploradora francesa hizo del nomadismo una forma de vida que la llevó a conocer los rincones más remotos del mundo, en un momento de la historia en el quebel único viaje que se esperaba que hicieran las mujeres era el de novios. Vivió en distintos monasterios, se recluyó en una cueva y, finalmente, en 1924 logró el sueño de su vida: entrar en la ‘ciudad prohibida’, la capital del Tíbet, Lhasa. Para ello renunció a su matrimonio, a tener hijos, a las comodidades...; a todo, menos a la libertad.

Louise Eugénie Alexandrine Marie David nació en 1868 en Saint-Mandé, Francia, aunque con 5 años su padre, un francmasón revolucionario, instaló a la familia en Bélgica. Desde los 15 años, además de empaparse de anarquismo, orientalismo y feminismo, Alexandra comenzó a escaparse para recorrer Europa; a los 21, en 1889, atraída por la espiritualidad no occidental, se convirtió al budismo e inició sus estudios de sánscrito y tibetano; en 1895, ingresó en el Real Conservatorio de Bruselas para estudiar canto y piano, y en 1898 fichó como colaboradora del primer periódico feminista de la historia, La Fronde (1897-1905). Aún no había cumplido los 30.

Edición del 1 de enero de 1898 del periódico feminista francés La Fronde, el primero de la historia, fundado por la activista Marguerite Durand y en el que escribió Alexandra.