Rock mexicano: ¿vive en estado vegetativo?

Cincuenta años después del Festival de Avándaro, el cual representó el inicio de una de las crisis más fuertes que ha atravesado el rock mexicano, la actualidad de éste es cercana al estado vegetativo. Es una situación no privativa de nuestro país; a nivel mundial el género atraviesa uno de sus peores momentos y parte de ello se debe al resquebrajamiento de la industria musical comenzado hace diez años.

- Por David Cortés

El arribo de internet y su posterior desarrollo golpeó un orden imperante. Los efectos absolutos, como todo lo relacionado con las nuevas tecnologías, son devastadores al aniquilar un orden imperante que no por viejo era necesariamente malo. Los “héroes” que surgieron a fines de los años ochenta del siglo pasado a la vera del boom del Rock en tu Idioma, léase Caifanes, Maldita Vecindad, La Castañeda (en menor medida), et. al., no entendieron cabalmente la responsabilidad histórica que tenían, o no supieron asumirla, porque se han dedicado a la nostalgia y la autocomplacencia, sin asumir su rol como líderes y revulsivos de un movimiento.

Los continuadores, algunos de ellos brillantes, como es el caso de Zoé o La Gusana Ciega, ya tienen más de 20 años en el circuito; son viejos para las nuevas generaciones, aunque no demasiado para el rock mexicano. Al momento de buscar a quienes han de tomar el relevo, veo a muchos (Enjambre, Camilo Séptimo, Odisseo, Technicolor Fabrics, entre otros) cuya calidad no es un problema, aunque sí la falta de liderazgo.

Los grupos de la actualidad enfrentan un momento difícil porque sus canciones no poseen los elementos suficientes (ganchos, melodías, letras contagiosas) para convertirse en esos verdaderos sencillos que convoquen la atención no sólo de los enterados, sino de ese público masivo, ese escucha casual que se convierte en un número para la industria y que ésta buscaría capitalizar con más lanzamientos similares.