Rompiendo el silencio

Como psiquiatra, todo el tiempo le pido a la gente que enfrente su depresión… sin embargo, me tomó mucho tiempo hablar de la mía.

- Por Gregory Scott Brown, M.D.

Hace aproximadamente cuatro años, durante mi primera entrevista para la residencia, justo después de terminar la escuela de medicina, un experimentado médico con penetrantes ojos azules y barba gris me dijo: “He leído tu solicitud. Ahora dime: ¿realmente por qué quieres ser psiquiatra?”.

Repetí mecánicamente un currículum que él ya conocía: mi paso como estudiante de música de Juilliard, la Universidad de Rice, Johns Hopkins, viajes a China y Sudáfrica. Hablé sobre gratificantes encuentros con pacientes en la escuela de medicina. Así como de contactos que él podría conocer en Harvard. Y anécdotas.

Sin embargo, no dije la verdad: sé lo que se siente estar del otro lado.

Soy psiquiatra, esposo, afroamericano y orgulloso defensor del bienestar. Todos los días veo pacientes y les digo: habla, sácalo. Pero, hace una década cuando sufría de depresión, no dije una palabra. Los hombres somos criados para ser fuertes. No debemos mostrar emociones. No debemos llorar. Y esto nos está matando. El suicidio es ahora la segunda causa de muerte de los hombres de entre 20 y 30 años, y la tercera de los hombres entre 30 y 40 años.

En esa reunión sentí miedo. Miedo de ser juzgado como débil, lo que parecía descalificador. Era como si este médico pudiera ver a través de mí. Entonces, me escondí detrás de mi éxito. Me sentí pequeño, estúpido y asediado.