UNA HISTORIA FELIZ

Smiley, uno de los símbolos más famosos de los últimos años, celebra cincuenta años de sonreírle a la vida. Nicolas Loufrani, CEO de la marca, nos platica sobre este universo de optimismo.

- PATRICIA TAPIA

La carita feliz amarilla es quizá uno de los iconos más reconocibles de los tiempos modernos. Sinónimo de felicidad, optimismo y buena vibra desde 1972, cuando Franklin Loufrani comenzó a utilizarla para señalar las noticias positivas del periódico France Soir.

Desde entonces, Smiley se ha convertido en un estandarte para generaciones jóvenes y mayores por igual. Un símbolo que desafía las realidades más sombrías del mundo y nos invita simplemente a «tomarnos el tiempo para sonreir», como lo dice su lema. Conversamos en exclusiva con Nicolas Loufrani, hijo del creador y actual CEO de Smiley, sobre la famosa carita, su aniversario y relación con el optimismo, lo que le depara el futuro y los puntos en común que encuentra con El Palacio de Hierro.

SMILEY NACIÓ COMO UNA ESPECIE DE FARO DE ESPERANZA Y POSITIVIDAD DURANTE LOS SETENTA, ¿CUÁL CREES QUE FUE SU MAGIA INICIAL?

NICOLAS: Smiley siempre ha sido adoptado por cualquiera que busque una visión más optimista del mundo, del futuro, de nosotros mismos. En los años setenta, la visión de mi padre era inspirar a las personas con noticias más positivas. Smiley se imprimió como un símbolo de cara amarilla para la primera columna del periódico France Soir, que presentaba historias positivas. En ese entonces, la magia estaba en inspirar a las personas a ver el mundo bajo una mejor luz. Cincuenta años después, esta visión se ha convertido en una filosofía: la forma en que Smiley arroja una luz hacia un futuro mejor.