Wham, bam, y ahora, adiós

Eso fue genial. Pero como explica LAUREN LARSON, a veces las mejores noches terminan en camas separadas.

- Por Lauren Larson

RECIENTEMENTE, INVITÉ a un ex de confianza a un bar. Quería hacerle una pregunta, pero no estaba segura de querer saber la respuesta. Me tomó una ronda de tragos llegar a ella. “¿Alguna vez he hecho algo… raro o asqueroso en la cama?”, pregunté. “Pero no me refiero al sexo, sino literalmente a dormir”. Fingió pensarlo, pero me di cuenta de que ya tenía algo en mente. Finalmente, comenzó a hablar. Me apuré a beber mi whisky con jengibre. Me contó la historia de una noche sacada de Paranormal Activity. Una historia que puso al descubierto el verdadero mal que siempre he sospechado existe dentro de mí. No lo repetiré aquí, porque soy una dama y porque mis padres leen Men’s Health.

Pagué la siguiente ronda y traté de olvidar.

Durante algunos días, había molestado a los hombres que conozco, investigando acerca de los hábitos de sueño de las mujeres en sus vidas. Cuando me enfrenté a mi ex, había escuchado suficientes historias de babeo y sonambulismo como para saber que todos hacemos algo. Tengo mi propia enciclopedia de historias de terror nocturnas. Una vez vi a un hombre caminando dormido en mi habitación, orinando dentro y alrededor de mi papelera, y luego saliendo dormido de la habitación. Estaba demasiado asustada para seguirlo, así que no sé en qué otra parte de mi casa orinó esa noche. Cuando lo mencioné, se rió y dijo que “es algo que sucede cuando bebes whisky”.