Entre puntas pinceles, Picasso y el ballet

La exploración del pintor lo llevó a superar los márgenes de los lienzos para plasmar su arte en los escenarios.

- Blanca Gómez Cifuentes

PABLO PICASSO y sus ayudantes sentados sobre el telón de boca de Parade, h. 1917. Foto: Lachmann.

Durante las primeras décadas del siglo XX, los artistas de la modernidad buscaron con insistencia romper los límites marcados entre las diferentes disciplinas artísticas. Esta ruptura fue puesta en práctica por creadores que, como Pablo Picasso, no dudaron en abrazar todas las oportunidades que se les brindaban para abrir nuevos caminos.

En este sentido, el escenario se descubrió como un universo lleno de nuevas posibilidades. Se trataba de un espacio que rompía los estrictos límites del lienzo y permitía experimentar con nuevas técnicas y herramientas e investigar sobre las interacciones entre la pintura y el cuerpo. Así, la escena se convirtió en un punto de encuentro de compositores, bailarines, coreógrafos, actores, literatos y artistas plásticos, pero también en una plataforma de difusión de su obra a nivel internacional.

El trabajo de Picasso en el diseño de escenografía y vestuario para danza comenzó a mediados de los años 10, momento en que el arte coreográfico abría a su vez nuevos senderos, a través de figuras como Isadora Duncan o Loïe Fuller, impulsoras de la danza moderna que se liberaba de las ataduras del ballet académico del siglo anterior.

PABLO PICASSO. Telón de boca para Parade, 1917. Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París.

Danza entre guerras. Los Ballets Rusos