LA SANTA MUERTE

Devoción por la calaca, producto del sincretismo de creencias prehispánicas y la fe católica, el culto a la huesuda es una práctica en crecimiento que tiende a globalizarse a través del ciberespacio.

- Luis Felipe Brice

Si bien la veneración por la Santa Muerte surgió en México durante la segunda mitad del siglo XX, cobrando cada vez mayor popularidad en lo que va del XXI, sus antecedentes se remontan más de 500 años atrás, a partir de las dos principales fuentes de nuestro mestizaje: la prehispánica y la española. En la primera se halla el culto mexica a la muerte, representada por el dios Mictlantecuhtli y su esposa Mictecacíhuatl, quienes regentaban el inframundo (Mictlán), la última morada de los muertos. A estos últimos solía enterrárseles con los objetos que necesitarían durante el viaje al Mictlán, entre ellos los que debían ofrendar a dichas deidades, a quienes se adoraba además con oraciones y rituales de sacrificio humano.

En la fuente hispana se encuentra la de voción católica por santos y vírgenes (que consiste también en ofrendas y oraciones), así como la celebración del Día de los Santos Difuntos. Como parte del sincretismo de las creencias mesoamericanas y la religión católica, los catequistas españoles intentaron erradicar por completo los ritos mortuorios de los antiguos mexicanos sustituyéndolos por el homenaje a los finados, que se instituyó el 2 de noviembre como Día de Muertos. La celebración —una de las principales efemérides de México, declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad— se caracteriza por la ofrenda en honor del difunto colocada en un altar instalado ex profeso.