Cultura regenerativa

Llevaba más de 15 años sin pisar el suelo de Oaxaca de Juárez. He estado viviendo lejos, reco-rriendo grandes y pequeños sitios europeos. Me he encontrado con artesanos, músicos, pintores y también colegas míos, fotógrafos y viajeros.

- Por Carlos Sánchez Pereyra

Sin embargo, extrañaba lo mío. Estar en mi país de nuevo me permitió reencontrarme con símbolos, señas y hasta miradas que ahorran muchas explicaciones. Volví a estar en casa, pero con una nueva mirada. Todo era igual y, a la vez, todo había cambiado.

Esta ocasión, el guión del viaje era sencillo: caminar la ciudad de Oaxaca extrayendo de ella toda la fuerza actual que el arte le está otorgando: galerías, arte callejero, músicos y artesanos. Se siente la labor de Francisco Toledo (1940, Juchitán de Zaragoza) en todo esto y quería agradecerle su labor viviéndolo. Tres días en las calles y en su vida cultural fueron suficientes para darme cuenta de que no lograría quedarme con todo lo que se me estaba ofreciendo. La cultura aquí parece autoregenerarse a cada minuto.

La segunda parte de mi travesía por Oaxaca consistió en recorrer el paisaje, las poblaciones y el arte que se genera en las manos de los artesanos que viven en los valles centrales del estado. Hablar con ellos, sumergirme en sus historias y en su alegría; ver sus dedos moldear la tierra, la madera y la lana o ser testigo de la creación del color a partir de la mezcla de la propia naturaleza. Ellos me regalaron un recorrido insondable. Presenciar la gestación del arte siempre ha sido un regalo de mi trabajo detrás de la lente, pero aquí hay un ingrediente extra: la sencillez de los protagonistas tal vez sea el resultado natural de pertenecer a una cultura con una profunda historia. Y esto me hizo profundamente feliz.