FRANÇOISE GILOT EL LIENZO APASIONADO DE UNA MUJER LIBRE

La artista, que se negó a ser solo musa, murió a los 101, en Nueva York, «Me fui antes de que me destruyera», reveló sobre el fin de su relación con Pablo Picasso, el padre de dos de sus hijos, Claude y Paloma

- CAROLINA BERMÚDEZ / MÓNICA SÁNCHEZ

FRANÇOISE Gilot nació para ser libre en los locos, creativos y vanguardistas años veinte. Sibien su padre, Emile Gilot, empresario estricto y tradicional, quiso hacer de ella una abogada de prestigio, el influjo de su madre, Madeleine Renoult-Gilot, acuarelista, la llevó al mundo artístico. A lo largo de su dilatada vida, Françoise siguió a rajatabla un lema: «Decidí que siempre sería libre en la vida, pasara lo que pasara». Y pasó que, con veintiún años, en el restaurante Le Catalan, en la Rue des Grands-Augustins, mientras cenaba con unos amigos, coincidió con otros comensales, entre quienes estaban Picasso y Dora Maar, sufrida amante de Picasso por esos días. De inmediato, el genio malagueño, de sesenta y un años entonces, se olvidó de Dora Maar y se encaprichó con la joven recién llegada. Cuando le ofreció a esta un frutero lleno de cerezas, quienes conocían las artes amatorias del pintor, supieron que la danza del cortejo había dado comienzo.