Esencias eternas

Los perfumes son símbolos de identidad que, a través de los sentidos, reviven recuerdos que en la mente se viven como obras de arte.

- María Villarreal

Desde que tengo memoria, el perfume ha sido un ritual personal, casi íntimo de mi vida. Recuerdo a mi abuela y a mi madre arreglándose por la mañana, un gesto delicado y sagrado, eligiendo con cuidado la fragancia que las acompañaría durante el día. Aquella elección no era simplemente una cuestión de aroma, sino una declaración silenciosa de su identidad y la mujer que ellas decidían ser ese día específico. Al cerrar los ojos, sintiendo la bruma perfumada del aire, podía reconocer su esencia como un sello invisible que ha dejado huella inborrable en mis recuerdos.

El perfume es mucho más que una mezcla de esencias y notas aromáticas; es una extensión de nuestra personalidad. Cada vez que elijo una fragancia, siento que estoy seleccionando una parte de mí que quiero compartir con el mundo. Es un acto de autoconocimiento y de expresión personal. Las notas florales, amaderadas, cítricas o especiadas hablan por nosotras, cuentan una historia y evocan emociones, y en una sociedad en donde la apariencia a menudo habla antes que las palabras, el perfume es como una voz susurrante.