Si fueras la escritora de belleza con la piel más seca y grasosa de la industria.
Si tu cara fuera una bomba de tiempo de acné latente, repleta de la base mejor formulada, que de alguna manera crea la piel más brillante y seca al mismo tiempo… Dejarías a un lado tu escepticismo y apuesto que saldrías en este preciso momento en busca de las mejores técnicas y productos para la piel.
Mi paciencia llegó a su final, dermatológicamente hablando. Eso incluye tener un acceso privilegiado a cualquier suero maravilloso de 40 ingredientes o máscaras faciales futuristas. A finales del año pasado, llegué a una conclusión decepcionante: tener una epidermis brillante y poros diminutos, no era más que un sueño lejano. Sueros demasiado duros o no lo suficientemente intensivos; hidratantes ricos o insatisfactorios; bastantes activos en la fórmula, que provocan un efecto dominante de inflamación... es muy raro para mí que un producto se sienta tan “bien”.
Pero entonces, la industria cambió. Palabras como “personalizado”, “a la medida” e “individual” comenzaron a flotar en los vientos del mundo de la belleza, con la promesa del fin de los cosméticos de talla única. El rostro sonriente de Emilia Clarke apareció en la publicidad de Clinique, acompañado de botellas del nuevo ID Moisturiser de la marca. La bandeja de entrada de mi email del trabajo empezó a leerse como un frenético entrenador de vida, con millones de PR’s de marcas dispuestas a ofrecer una solución personalizada. Me sentí, como dicen, “vista”.
Denne historien er fra Marzo 2021-utgaven av Cosmopolitan en Español - México.
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