Las mujeres en mi familia siempre han sido especiales en el tema de las relaciones. Mi madre se casó tres veces: la primera a los 18 años, pero abandonó a su marido por ser un controlador; después contrajo nupcias con mi padre, pero éste murió joven y la dejó con dos hijas menores de ocho años; y el tercero, un alcohólico y apostador del cual se divorció finalmente. Mi tía tuvo experiencias similares con sus tres esposos, sobre todo por infidelidades. Así que las conversaciones que tenía con mis figuras femeninas cercanas cuando era adolescente nunca fueron acerca de bodas de ensueño, sino de independencia económica. El consejo de mi madre era: “Asegúrate de que la casa esté a tu nombre”.
Las estadísticas actuales sugieren que uno de cada tres matrimonios terminará en divorcio. Desafortunadamente, cuando fracasan, las mujeres que han permitido que el hombre se haga cargo de las finanzas del hogar por completo suelen terminar sin un centavo y, muchas veces, con una cuenta de honorarios legales que no pueden pagar. Las implicaciones económicas, además del estrés emocional, especialmente cuando hay hijos, acaban por ser enormes.
Denne historien er fra Junio 2020-utgaven av Harper's Bazaar en Español.
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