LAS FÁBULAS DE LA SABIDURÍA La liebre y el león

Esta fábula tradicional de Cachemira es distinta de la popularizada por Esopo.

En las montañas de Cachemira había una selva donde nunca había puesto pie el hombre. El gobernante de aquel reino era un león y sus habitantes eran todos los animales. Cada mañana, el poderoso salía de caza en busca de su almuerzo y desataba el pánico entre sus súbditos.

Cierto día, los animales se reunieron para discutir sus asuntos. Uno de ellos dijo:

–¡Hermanos! El león, nuestro rey, se come cada día a uno de nosotros. ¿No sería más práctico que celebrásemos un sorteo cada mes para que el azar designe a los elegidos de los siguientes treinta días? Por lo menos nos libraríamos del terror que sentimos al oír sus rugidos cuando sale de caza.

Todos estuvieron de acuerdo con la iniciativa. Y decidieron elevar la correspondiente súplica al rey.

El león respondió que no pretendía asustar a nadie y lamentaba el pánico en que causaba cada día entre sus súbditos. La solución del sorteo le parecía razonable, pues él se aseguraba su ración de comida y los demás animales podían levantarse y hacer sus quehaceres con tranquilidad.

El sorteo tuvo lugar. Los primeros días, los animales «agraciados» se entregaron al león con sumisión. Pero, al cuarto día, le tocaba el turno a la liebre, que no estaba tan dispuesta a dejarse devorar. Primero trató de sublevar a los demás:

–¡Hermanos! ¿Somos tan tontos que nos dejamos devorar por las buenas? ¡Derroquemos de una vez por todas al león!