Perfil masculino – Los retazos de Aziz Ansari

Antes que comediante y escritor, el actor de padres indios fue un prodigio matemático que torció su camino por los callejones de la risa neoyorquina y quedó atrapado en la telaraña creativa del mundo del espectáculo, haciendo de su aspecto y raza los complementos perfectos de un talento en constante ebullición.

- Ilustración y texto: Manuel Meza

Una tradición entre los comediantes norteamericanos cuyo precursor es el legendario Woody Allen (Brooklyn, 1935) es que una vez tomado el control de sus carreras y asomándose a esa ventana del éxito después de probar su talento en foros que muchas veces se parecen a un ring de box donde tu contrincante tiene 200 guantes más que el par que portan tus manos, es el de colocarse por capricho, revancha o simplemente porque quieren y pueden, en situaciones amorosas con mujeres fuera de su liga.

Y es que prender a nadar fuera de una pecera es la primer prueba de fuego de personas que hicieron de su condición física, racial o religiosa, el “Caballo de Troya” perfecto para llevar a un público despistado temas que solo salen a la luz cuando su colisión con la realidad provoca algún conflicto digno del noticiero nocturno: el judaísmo de Allen, la tensión racial que tan bien describen Chris Rock o Dave Chappelle, el patetismo ilustrado y el cinismo de la mediana edad de Louie CK y un largo etcétera que Aziz Ansari (Carolina del Sur, 1983) y otros de su generación han absorbido como esponjas creativas, revitalizando la escena cómica de un país que hoy más que nunca parece necesitar de la carcajada como válvula de escape.