LA ESTACIÓN ESPACIAL INTERNACIONAL

Así ha evolucionado el laboratorio espacial durante sus más de dos décadas en órbita.

- Doris Elin Salazar

Imagen de 2010 de la EEI, tomada por la tripulación de la misión STS-132.

Enero de 2005. Durante dos minutos, el astronauta de la NASA Leroy Chiao no puede ver nada más que la Tierra veteada de azul arremolinándose sobre su cabeza. Más tarde, el estadounidense calificaría el momento de surrealista, “como un sueño”. Era la primera caminata espacial que llevaba a cabo en sus tres meses y medio de misión en la Estación Espacial Internacional (EEI) y junto al ruso Salizhán Sharípov debía realizar el ensamblaje de un brazo robótico.

La historia de este ambicioso laboratorio en órbita había comenzado el 20 de noviembre de 1998, con el lanzamiento del primer componente de la estación espacial, pero su montaje se completó hasta 2011. Ha estado habitada sin interrupción desde la llegada, el 2 de noviembre del año 2000, de sus tres primeros inquilinos: los rusos Sergei Krikalev y Yuri Gidzenko y el estadounidense Bill Shepherd. Ya ha celebrado su aniversario 21 y llegar hasta hoy ha sido posible gracias a la contribución de cientos de ingenieros, astronautas del transbordador espacial –como el propio Chiao–, el apoyo internacional y las tripulaciones que continúan subiendo, todavía ahora. A medida que reflexionamos sobre lo que le ha brindado a la humanidad –diplomacia, progreso en los vuelos espaciales tripulados y descubrimientos en las ciencias de la vida–, también tenemos que preguntarnos qué nos deparará en un futuro.