L.A. Tiene muchas sorpresas de película, por lo cual siempre resulta apantallante. No es un secreto que esta ciudad gira en torno al séptimo arte.
Cada año veía la entrega de los premios Oscar desde mi casa. Pero desde hace tres dejé de ir al cine, así que me desconecté de la industria del celuloide; los viajes de trabajo y la disponibilidad de las películas en Internet me alejaron de la magia que ejercen la butaca y el olor a palomitas.
Para volverme a enganchar con el cine, el pasado mes de febrero viajé a Los Ángeles por motivos laborales. Serían tres días de citas engorrosas, más dos que había apartado para conocer a fondo Hollywood, con todo y los lugares que le rinden culto mediante la parafernalia.
DOLBY THEATRE
Quizá asistir a una entrega del Oscar fue uno de mis sueños cuando era pequeño. Por ello, lo primero que se me ocurrió fue ir al Dolby Theatre (anteriormente conocido como Teatro Kodak), donde tuve que sortear a botargas e imitadores de estrellas de cine que insistían en venderme un tour. Pagué 15 dólares para entrar al famoso teatro e imaginar la glamorosa entrega de los premios.
WALK OF FAME
Seguí caminando dos cuadras adelante hasta llegar a la avenida Hollywood Walk of Fame (Paseo de la Fama), con sus banquetas adornadas con 2,000 estrellas de bronce pisadas por turistas que ingenuamente creen que se encontrarán a una superstar, además de vendedores de recorridos y oportunistas de todo tipo.
TEATRO CHINO
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