Ángeles Cruz, orgullosa de sus raíces

Si las colinas y mesetas de Villa Guadalupe Victoria, Oaxaca, hablaran, tendrían la voz de esta cineasta, guionista y actriz, cuya narrativa busca desnudar el corazón y el alma por medio de historias que nos hacen reflexionar.

Al igual que infinidad de niñas mixtecas, Cruz recorre descalza los campos por el gusto de sentir una conexión especial con sus orígenes, y ello le ha facilitado la creación de personajes sinceros y con un fuerte arraigo cultural manifestado en cada filme en el que ha participado.

Cuando inició su carrera en 1994 lo hizo con el pie derecho, ya que su gran oportunidad surgió mientras aún estudiaba teatro en la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA, y de la mano de los cineastas Åsa Faringer y Ulf Hultberg, con el filme La hija del puma (basado en la novela de denuncia social de Monica Zak), en el que interpretó a Aschlop, indígena de 17 años, testigo de una matanza en el pueblo maya de San Francisco, Guatemala. Su actuación le valió el respeto de sus maestros y amigos, y fue la primera de muchas nominaciones, entre ellas la de Mejor actriz por la academia de cine sueca. Desde entonces no ha cesado de cosechar éxitos al obtener el premio al Mejor cortometraje de ficción, por Arcángel, en el Ismailia Film Festival de Egipto. Sin embargo, para ella los premios no significan nada: “Son un reconocimiento que te ofrecen las personas del gremio por el esfuerzo implícito en cada producción... sin duda alguna, es una manera de expresar su amor por una historia que les conmovió”.