GEMA DE TRES FACETAS

Con una identidad que se construye atendiendo a la riqueza natural, la herencia cultural y máximo lujo, el brillo del nuevo Four Seasons Resort Tamarindo se declara listo para deslumbrar a sus huéspedes.

- EDUARDO VENEGAS

Hay un momento en el que una joya de por sí bella lo es por partida doble: cuando se revela su existencia. Tiene que ver con la fuerza de las primeras impresiones. Y si a eso se añaden dimensiones titánicas, el impacto será aún mayor. Eso ha sucedido con la revelación del nuevo Four Seasons Resort Tamarindo, entre las localidades La Manzanilla y barra de Navidad, en Jalisco. La propiedad abrió sus puertas al público en noviembre y lo hizo con tres directrices principales: preservar el paisaje natural, celebrar la rica herencia de México y brindar la mejor experiencia en viajes de lujo. En cuanto a sus dimensiones, enorme es una buena palabra describir una propiedad de 1,200 hectáreas, con el añadido de encontrarse de cara al océano Pacífico. La impresión que provoca no es menor y se explica, en parte, porque su inauguración supuso la revelación de una reserva costera que había permanecido oculta hasta ahora. Una de las consecuencias de esa combinación de ubicación y tamaño, es un impacto instantáneo al conocerla, de acuerdo con el presidente de Four Seasons Hotels and Resorts, Christian Clerc: “Llegar es sentirse inmediatamente inmerso en la grandeza del mundo natural. Deseamos que los huéspedes vivan esa conexión con la jungla, con el océano”. Esto último se subraya con el acceso a tres playas vírgenes.