El Hambriento Socio De Pemex

Etileno XXI, complejo petroquímico de 5,200 mdd de Braskem-Idesa en Veracruz, funciona al 78% de su capacidad, y esto tensa cada vez más su relación con su principal proveedor.

- Edgar Sigler

Desde 2016, el municipio de Nanchital, en Vera-cruz, cobija las operaciones de Etileno XXI, el complejo petroquímico más grande en América Latina. Pertenece al consorcio mexicano brasileño Braskem-Idesa, en el que invirtió 5,200 millones de dólares para su desarrollo.

Está arropado por las plantas petroquímicas Cangrejera y Morelos, además de otras firmas del ramo que se instalaron en la zona. Todas quieren el gas natural de Pemex, abundante y desperdiciado una década atrás, y que ahora se agota a pasos agigantados.

A una hora de Minatitlán, el inmueble destaca por kilómetros de tubería que parecen conectarlo todo. Tiene capacidad para producir 1.05 millones de toneladas de polietileno que, en su forma visual, tiene el tamaño de piedras de terracería, y con la apariencia de los tubos de resina plástica de las clases de manualidades. La simpleza del producto contrasta con la complejidad y tamaño de la inversión. El corazón de este monstruo de acero, el cracker, convierte al etano –un derivado del gas natural– en etileno, que sirve de base para la producción del polietileno, a través de diferentes “recetas”. Éste, a su vez, sirve a la industria del plástico para elaborar la más variable cantidad de bienes, desde bolsas de plástico hasta componentes para autos eléctricos.

La estructura del complejo no da pistas de que algo se forme en sus entrañas. No hay movimiento de maquinaria o ruido que indique que algo se gesta adentro, sólo largas hileras de tubos conectados.