La renta de vehculos clsicos en Cuba es un negocio que prospera gracias al ingenio de los cubanos para dar un segundo aire a los V8 estadounidenses.
Hoy, Cuba es literalmente un museo de autos rodante. Donde quiera que se mire hay un vehículo estadounidense de la vieja escuela: Chevrolets y Fords, pero también los extintos Oldsmobiles y Plymouths. Sin duda, los más llamativos son los enormes sedanes de lujo descapotables y con aletas traseras llevados a la isla por los estadounidenses que visitaban o hacían negocios en Cuba en la década de los 50, durante la dictadura de Fulgencio Batista.
En esos años se importaron decenas de automóviles hechos en Detroit –conocida como la Motor City por albergar las casas matrices y las primeras fábricas de General Motors, Ford y Chrysler–, que luego fueron abandonados por sus dueños tras la Revolución Cubana de 1959. Entonces el gobierno comunista cubano, liderado por Fidel Castro, prohibió las importaciones de vehículos y refacciones: la escena automovilística quedó congelada en el tiempo.
Mecánica ingeniosa.
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